| Aragón Digital/ Claudia Ortín -
El descenso en la edad de inicio de consumo de alcohol y drogas es preocupante y también lo es la normalidad con la que se ve la ingesta de algunas de estas sustancias. Superar este tipo de adicciones no es fácil y además de la fuerza de voluntad, es fundamental el apoyo de la familia y el entorno. Para el Centro de Solidaridad Proyecto Hombre de Zaragoza contribuir a que estas personas puedan encauzar su vida lleva siendo su objetivo desde hace más de 25 años.
El de la capital aragonesa es de los primeros centros que se constituyeron en el país. Al año atiende a unas 1.500 personas y también a gran parte de sus familias, que pueden superar las 600.
La fundación ha sufrido una evolución considerable y ha tenido que adaptarse a la realidad social tan cambiante que ha vivido en el último cuarto de siglo. Ya no sólo contempla un programa terapéutico como en los primeros años, sino que hay una diversidad de intervenciones que se realizan tanto desde el plano residencial como desde el ambulatorio.
El presidente del Centro de Solidaridad de Zaragoza Proyecto Hombre, Jesús Sánchez, destaca que en función de la realidad social del momento, ha se ha producido “una evolución tremenda”. En la década de los 80 primaba el consumo de heroína, “luego vino el gran “boom” del consumo ligado al ocio y esparcimiento con la llegada de la cocaína en el país”. A partir del año 2000, indica, muchos pacientes presentaban una patología dual, “además del consumo, manifiestan patologías psiquiátricas y deben ser tratados conforme a esta doble situación”.
Ámbitos de actuación
Tres dispositivos perfectamente organizados cubren los tres sectores de actuación: atención y seguimiento, tratamiento residencial y prevención dirigida a jóvenes y adolescentes, principalmente menores de edad.
El primero es la Unidad de Atenciones y Seguimientos de las Adicciones Manuela Sancho, donde, según detalla Jesús Sánchez, se realizan todos los diagnósticos de las personas que son derivadas por sus centros de salud “aunque también los que vienen voluntariamente”. Es como un centro de especialidades en adicciones. “Aquí se le realiza un diagnóstico de situación y se ofrece un itinerario terapéutico con seguimiento terapéutico”, agrega.
El segundo dispositivo está destinado a personas que necesiten un tratamiento residencial. Mediante un contrato con la administración pública, Proyecto Hombre cuenta con la Comunidad Terapéutica Residencial, para periodos de estancia de entre seis y siete meses. “La persona reside ahí, pero no es una estancia cerrada, ya que pueden salir y recibir visitas”, apunta Sánchez.
Finalmente hay un programa específico para jóvenes y adolescentes, principalmente menores de edad. El centro está situado en Valdefierro y los jóvenes acuden a tratamiento junto con sus familias. De esta forma, explica Sánchez, “se trabaja desde la prevención, más que de intervención”.
El centro de Valdefierro está dedicado a la prevención de adicciones, especialmente para jóvenes
Además, la fundación interviene directamente en los módulos penitenciarios de Zuera y Daroca.
Un centenar de voluntarios
Además del amplio equipo multidisciplinar que trabaja en la Fundación, también es imprescindible la labor de los casi cien voluntarios que se esfuerzan desinteresadamente para ayudar a todos los que lo necesitan.
May Oliveros lleva seis años como voluntaria en el Centro Manuela Sancho, cedido gratuitamente por la CAI. Reconoce que ha sido “la mejor decisión” que ha podido tomar aunque también dice que “es muy duro ver las cosas que ves y cómo las ves, pero es muy gratificante al mismo tiempo”.
“En momentos de mi vida me ha servido hasta de terapia porque ves lo que hay ahí fuera, una dura realidad”, destaca May. Conforme pasan los años se ven las cosas con una perspectiva diferente. “Te influye todo lo que ves, pero lo ves de otra forma”.
Con sus 54 años, May nunca había trabajado en algo parecido y asume que al principio se llega a pensar que algunos casos no tienen arreglo y que parece imposible que una persona puede salir de todo esto. “Ahora te das cuenta de que con muchísimo trabajo y esfuerzo se puede salir”, remarca satisfecha.
Cada día acuden al Centro Manuela Sancho muchas personas. Unos asiduos y otros vienen por primera vez, “y son con estos últimos con los que más tienes que trabajar”. La primera cara que ven cuando se enfrentan a su problema es la del voluntario y “hay que escuchar y darles una esperanza. Decirles que se quiere salir, que les vamos a ayudar y que lo conseguirá”.
Por eso es muy necesario darles confianza en ellos mismos y hacerles ver que tienen que estar convencidos de salir adelante. “Sólo con decirles que si ellos quieren nosotros les vamos a ayudar, se van de otra forma”, apunta May.
En Manuela Sancho cuentan, además, con un gabinete para la familia. Es fundamental y muy necesario que la familia se sienta apoyada y respaldada “y también que haya alguien que les diga cómo tienen que actuar y les diga de vez en cuando”.
Trabajar en este centro, “te hace ver la vida de una forma totalmente diferente porque das prioridades diferentes y te das cuenta de lo que realmente es importante”, concluye May.
Acogida "digna y adecuada" de todos los problemas
El Centro de Solidaridad Manuela Sancho cuenta con un gabinete para la familia
La intención del Centro de Solidaridad Proyecto Hombre es acoger de una manera “digna y adecuada” a todas las personas que acuden manifestando un problema. Trabajadores y voluntarios tratan de hacerles ver que van a ser capaces de introducirse en una vida totalmente normalizada, siempre que se lo propongan.
Lo importante, asevera el presidente de la Fundación, “es que vayan tomando sus decisiones a lo largo de este proceso” y que al final “esto se convierta en un mera anécdota y se puedan desenvolver de forma independiente y autónoma”.
"Nuestra función principal desde el nacimiento es dar respuesta en la sociedad a esta problemática de adicciones”, explica Sánchez. “Tenemos que tener un sentido de servicio público y tenemos que acceder a las diferentes licitaciones de la administración pública para la gestión de este tipo de servicios”.
El Centro de Solidaridad Proyecto Hombre de Zaragoza tiene que estar presente en la sociedad porque juega un papel muy importante, “somos reconocidos como servicio público”.
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