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El consumo de somníferos y sedantes supera al del cannabis por primera vez (23/01/2013)
Fuente elpais.es
El consumo de somníferos y tranquilizantes se ha disparado en los
últimos años en España. El porcentaje de personas que ha tomado estos
fármacos hipnosedantes —desde el Lexatín al Tranquimazín o el Stilnox—
ha pasado del 5,1% en 2005 a un 11,4% en 2011, según la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas en la Población General en España (EDADES) del Ministerio de Sanidad.
Estas sustancias legales —de venta con receta— se han convertido, junto
con el alcohol y el tabaco, en la droga más usada, por delante del
cannabis (un 9,6% la ha tomado en el último año). Un cambio que, aunque
las autoridades se resisten a achacar directamente a la crisis, llega
paulatinamente de su mano, según los expertos. La situación económica y
la incertidumbre llevan cada vez a más personas a recurrir a estos
fármacos para aliviar su ansiedad, advierten. Solo el 1,2% los toma sin
prescripción médica.

Los hipnosedantes, además, son las únicas sustancias cuyo uso
aumenta. El consumo de alcohol, tabaco, cocaína o cannabis ha decrecido
—aunque ligeramente— en los últimos dos años, según los datos del
estudio bianual Edades presentado hoy, que analiza las respuestas de
22.180 personas de entre 15 y 64 años. Un descenso que el delegado del Plan Nacional sobre Drogas, Francisco Babín, atribuye a las campañas de prevención y a un mayor control. José Luis Rabadán, uno de los responsables de la Unión Española de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente
(Unad), apunta también razones relacionadas con la crisis: “Cada vez
hay menos dinero para comprar drogas. Eso, además, está generando un
cambio en su consumo hacia sustancias más económicas, que aún no se
mide”.

Pero el aumento del uso de tranquilizantes y somníferos, recalca el
especialista en Salud Pública Rafael Borrás, no supone un nuevo patrón
de consumo de abuso. “Estamos ante un fenómeno reactivo, no ante un
cambio de apetencia”, dice este experto, responsable durante años del
Observatorio de Medicamentos de Abuso del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona.
“Es un patrón armónico que se da en situaciones de crisis, como la
actual. Han aumentado las presiones estresantes externas que recibe el
individuo, y eso se traduce en el binomio depresión-ansiedad”, indica.

Fuente: Encuesta Edades 2011, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. / EL PAÍS

Los hipnosedantes rompen el patrón del resto de las drogas, cuyo uso
es mayor en jóvenes y en hombres. El consumo de somníferos y
tranquilizantes se dispara a partir de los 35 años, y es la única
sustancia en la que el porcentaje de consumidoras es mayor —el 15,3% de
mujeres la han tomado en el último año, frente al 7,6% de los hombres—.
Algo que se explica, según Antonio Cano, presidente de la Sociedad Española de Ansiedad y Estrés
(SEAS), porque la prevalencia de la ansiedad y la depresión es superior
en las mujeres. “Duplican a los hombres en estos trastornos
emocionales”, dice. Además, ellas piden consejo médico más
habitualmente.

Los orfidales y los lexatines son legales y de uso teóricamente
controlado (receta médica). ¿Se puede hablar entonces de abuso? Los
expertos creen que sí. Coinciden en que se está dando cierta inercia
terapéutica al prescribirlos. “La gente tiene cada vez más dificultades
para pagar la hipoteca, para acabar el mes o encontrar trabajo. Eso
genera una ansiedad tremenda, y el principal tratamiento para esos
problemas psicosociales es tristemente de tipo farmacológico. Pero esto
no se resuelve con medicamentos”, dice.

Estos fármacos, además, no son inocuos. Su uso continuado, explica Luis Bononato, del Proyecto Hombre,
genera mucha dependencia. Un riesgo que la mayoría de la sociedad aún
no percibe, según explica Rabadán, médico. “Son sustancias que están
socialmente muy aceptadas. Nadie pasa apuros por decir en su entorno que
toma pastillas para dormir, por ejemplo. Muchas veces no se consideran
una droga y no se le da importancia; pero lo son, y dejarlas produce
síndrome de abstinencia”, apunta. Lourdes (nombre supuesto) lo sufrió.
Llevaba cinco años tomando somníferos con prescripción médica cuando se
quedó embarazada. “Lo dejé de golpe y lo pasé fatal. Tuve insomnio,
ataques de ansiedad...”, cuenta. Al final, el médico optó por volver a
recetarle otro fármaco; uno compatible con su embarazo y en bajas dosis.

Babín cree que las cifras españolas de estas sustancias son
importantes. Sin embargo, como contrapunto pone el ejemplo de su uso en
Estados Unidos, donde la población que consume hipnosedantes es el doble
que en España. Pero aunque la radiografía de Sanidad no lo muestra,
España está a la cabeza de los países de la OCDE
en uso de somníferos y tranquilizantes: se consumen 51,9 dosis diarias
de ansiolíticos (relajantes) por cada 1.000 habitantes; frente a las
24,1 dosis de la media de 18 países; y 26,8 dosis diarias de hipnóticos y
sedantes (para dormir) por cada 1.000 habitantes frente a las 24,9
dosis de media de la OCDE. Datos preocupantes, según el presidente de la
SEAS, que indica que las cifras no han cesado de aumentar en los
últimos 10 años.

Alcohol, tabaco y cannabis

En los datos que analizan resto de sustancias, los patrones de España
son similares al del resto de países. La sustancia más consumida sigue
siendo el alcohol: un 76,6% de los ciudadanos ha tomado bebidas
alcohólicas en los últimos 12 meses. Después, el tabaco: un 40,2%. El
número de personas que ha fumado en los últimos 12 meses ha bajado un 2%
desde la encuesta anterior (periodo 2009/2010). La encuesta EDADES
muestra también que el consumo de cocaína ha disminuido. Los ciudadanos
que la han tomado en los últimos 12 meses ha pasado del 3% en 2005 al
2,2% en 2011. Aunque, como ha recordado Francisco Babín España sigue a
la cabeza de la Unión Europea en consumo de cocaína.

El uso de cannabis, sobre todo el experimental, también baja. El 9,6%
lo han consumido en los últimos 12 meses, un 1% menos que en el periodo
anterior. El porcentaje de consumidores jóvenes de esta sustancia
supera al de mayores: el 8,2% de los ciudadanos entre 15 y 17 años la ha
tomado en los últimos 30 días frente al 7% de personas de entre 18 y
64. Y aunque el consumo de cannabis decrece, la percepción de los
riesgos asociados a su uso no lo hace. “Los datos muestran, además, el
tabaco se considera más peligroso que el cannabis; a pesar de que no hay
ninguna evidencia científica de ello”, ha insistido Babín.

 

 
 
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